La temporada 2024-25 de la NBA será recordada por la consolidación definitiva de una nueva superestrella: Shai Gilgeous-Alexander. El base de los Oklahoma City Thunder se alzó con el premio al Jugador Más Valioso (MVP) gracias a su rendimiento excepcional, liderando a su equipo a una temporada histórica. Su dominio en la cancha, su madurez táctica y su capacidad de liderazgo fueron claves para que la franquicia recuperara protagonismo. La afición, entusiasmada por su evolución, se apresuró a lucir su camiseta de baloncesto como símbolo de apoyo y orgullo por el nuevo referente de la liga.
Desde el comienzo de la temporada, Shai mostró una regularidad impresionante. Promedió más de 31 puntos, 7 asistencias y 5 rebotes por partido, manteniendo un altísimo porcentaje de acierto tanto en tiros de campo como desde la línea de tres puntos. Su impacto no solo se sintió en las estadísticas, sino también en la forma en que elevó el rendimiento de sus compañeros y cambió la cultura competitiva del equipo.
Gilgeous-Alexander fue una pesadilla para las defensas rivales. Su habilidad para cambiar de ritmo, su manejo del balón y su inteligencia para leer las jugadas le permitieron desarmar sistemas defensivos con facilidad. Además, demostró ser decisivo en los momentos clave, anotando múltiples canastas ganadoras que sellaron importantes victorias para los Thunder.
Su temporada también fue destacada por la consistencia. A diferencia de otros candidatos al MVP que sufrieron lesiones o bajones de rendimiento, Shai se mantuvo firme de principio a fin. Su ética de trabajo y enfoque profesional lo convirtieron en un ejemplo dentro y fuera de la cancha, siendo valorado no solo por los entrenadores, sino también por los analistas y exjugadores.
La elección de Gilgeous-Alexander como MVP representa también un cambio generacional. Si bien jugadores como Jokic, Embiid o Giannis siguen siendo figuras dominantes, la irrupción de nuevos nombres como Shai marca el inicio de una nueva era en la NBA. Un jugador canadiense, joven, talentoso y comprometido con su franquicia, que simboliza el futuro del baloncesto mundial.
Su consagración también ha despertado el entusiasmo internacional. Desde Toronto hasta Manila, pasando por Madrid y Buenos Aires, miles de fanáticos se han sumado al fenómeno de Shai, lo que confirma que su impacto trasciende fronteras y rivalidades.